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Cuando se da un acontecimiento que reúne las características de noticia, el periodista acuda al lugar para informarse lo más fehacientemente posible de todos los detalles que lo motivaron y no pocas veces expone la vida. Esta misma actitud debe darse con mayor importancia en el hombre que dirige los destinos de un país o de un determinado lugar.

Hace años, cuando cayeron las torres gemelas, vimos en la televisión a Rudy Giuliani entre los escombros, de día, de noche, de madrugada. Dio extensas entrevistas a los diferentes medios y motivó que la gente de muchos lugares del mundo se preguntara: “¿a qué hora duerme este hombre? Conste que no se promovía para ningún cargo ni estaba en vísperas de elecciones para salvar su integridad o para heredar el mando a un incondicional.

Simplemente daba muestras de cumplimiento cabal de su encargo, con irrestricto apego a su investidura y con toda la entereza que la situación le demandaba, de inmensa emergencia por la tragedia ocasionada por un grupo de fanáticos que planearon y ejecutaron una embestida sin precedentes, tanto a las famosas torres como a otros edificios, incluido el intento fallido de asesinato del Presidente, que no se encontraba en uno de esos lugares.

Después del huracán Otis, que devastó Acapulco y muchos otros lugares cercanos, nadie del gobierno de Morena anticipó una alerta. El Presidente, que sólo está pendiente de casos electoreros, ni siquiera se enteró, como no se entera de nada que sea importante para los mexicanos, que no sea el tema que cito.

Ignoró el Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Naturales (SIAT), a cargo de Laura Vázquez Alzúa, ¡hágame el favor! Experta en historia y arte. De todas formas, al Ejecutivo poco le importan los peligros que vive diariamente la población, cuyo incierto destino dirige. Tan cierto, que después del tremendo meteoro ha ido ocho veces al puerto suriano sólo a esconderse en la Base Naval.

Aquella frase que esgrimió durante su candidatura a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, “Honestidad Valiente”, quedó hecha trizas y al descubierto su gigantesca cobardía, exhibida grotescamente con hechos como ir a Badiraguato cuando tiene algún pendiente con los narcos, pero no a Acapulco a enterarse por su cuenta, fehacientemente, de los destrozos.

Habla a ciegas de la situación y profiere mentiras hasta cuando no habla, de que el puerto quedará listo en unos cuantos meses. Los porteños saben a ciencia cierta que es sólo una de las diarias falacias que discurre. Como aquella que esgrimió en campaña de que investigaría profundamente el caso Ayotzinapa.

Cuando se comprometió, escribí en Milenio que haría lo mismo que su antecesor, Peña Nieto: soslayar el caso hasta que su gobierno terminara. Que no haría nada nuevo para dar con los autores de la desaparición de los estudiantes. en este asunto bautizado con el nombre de “crimen de Estado.”

Y en verdad, durante los poco más de cinco años que lleva su gobierno, no hay absolutamente ningún avance. El mismo mandatario ha dado en utilizar el foro de la Naval para prolongar sus matutinas mentirosas y para fustigar con todo el furor de su verborrea, a quienes tiene enfrente. Además, es obvio que, en Guerrero, haya motivos de sobra para inquirirle sobre Ayotzinapa.

En la última visita y resguardado por los militares, señaló a los que dirigen las esperanzas de los padres demandantes, de obstruir las pesquisas, lo que motivó que los familiares manifestaron que ya deje de señalarlos y de “desviar la atención sobre lo importante del caso, que es conocer los 800 folios en poder del Ejército, con información relevante para la investigación”.

Los padres señalaron que el fracaso no está en las organizaciones de derechos humanos que han participado, sino en la búsqueda de soluciones del gobierno federal. ¿Qué respondió el honesto valiente? “No coincidimos, pero así es la democracia”. Los culpó de politizar el asunto. Aunque ha acabado finalmente por reconocer que no se resolverá durante su gestión. ¡Pero a qué hora!

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Debía arreglar un trámite en el complejo de la alcaldía Benito Juárez de donde soy vecino hace algunos años. No quise caminar, aunque está relativamente cerca de donde andaba, y tomé el Metro de la estación Insurgentes Sur hacia Parque de los Venados para salir directamente a la explanada donde se encuentra la estatua del Benemérito de las Américas, que da nombre a ese ayuntamiento en el sur de la Ciudad de México.

Después de terminar mi trámite y cuando ya estaba a punto de bajar las escaleras del Metro Parque de los Venados, recordé que ahí cerca se encuentra el Jardín de los Grandes Valores de México, un pequeño espacio donde hace algunos años a “alguien”, seguramente funcionario de la alcaldía, se le ocurrió honrar no a héroes patrios, sino a personajes famosos de la farándula, sobre todo del cine y la televisión.

Para eso levantaron estatuas de metal de tamaño real a estrellas como Chabelo, Silvia Pinal, la productora de telenovelas Carla Estrada, el tenor Placido Domingo y la periodista Dolores Ayala. Recuerdo que el jardín fue inaugurado en 2006; me parece que en algún momento estuvo presente la señora Estrada, conocida por telenovelas como: Quinceañera, Amor en Silencio, Alondra, Lazos de Amor y muchas más.

El año en que se inauguró este espacio en las avenidas Municipio Libre y Emiliano Zapata, el programa de Chabelo estaba cumpliendo 44 años en televisión con lo cual rompía dos Récord Guiness por su mayor trayectoria como conductor para público infantil y por caracterizar durante tantos años a un solo personaje. El amigo de todos los niños – como se le conocía – falleció apenas el 25 de marzo del año pasado.

El autor de la estatua de Chabelo en el Jardín de los Grandes Valores fue el escultor Óscar Ponzannelli con las llaves que reunió en una convocatoria popular en el centro comercial Cuicuilco. No fue hecha a imagen y semejanza como las demás que se encuentran en el lugar, sino se escogió una versión de caricatura.

El monumento de Silvia Pinal, estrella de teatro, televisión y de la época dorada del cine mexicano, está en un lugar aparte, frente a las demás estatuas como para darle el lugar de privilegio que se merece esta artista con una trayectoria de más de 66 años ¿Quién no recuerda películas como Viridiana, El Ángel Exterminador – ambas dirigidas por Luis Buñuel --, El Inocente y María Isabel? Por supuesto, inolvidable el programa de televisión: Mujer, casos de la vida real y telenovelas como Los Caudillos, Eclipse, Carita de Ángel y Soy tu Dueña. Ha sido diputada y senadora también.

Me subí al Metro Parque de los Venados de regreso a Insurgentes Sur, con una nueva experiencia y la satisfacción de ver en esas estatuas una parte de la historia del espectáculo, la música y el periodismo de México. Me quedó la duda del por qué ya no colocaron más estatuas; a lo mejor se acabó el sexenio y llegó una autoridad con otra idea. Suele pasar.



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