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Tue, Apr

UN PRESIDENTE (ELECTO) EN CAMPAÑA

Partidos politicos
Por Severo MADRAZO

Durante poco más de 20 años, Andrés Manuel López Obrador, recorrió gran parte de los casi 2,500 municipios que conforman el territorio nacional en una interminable campaña, por la
Por Severo MADRAZO

Durante poco más de 20 años, Andrés Manuel López Obrador, recorrió gran parte de los casi 2,500 municipios que conforman el territorio nacional en una interminable campaña, por la Presidencia de México.
En todos y cada uno de los mítines, el conocido como “Peje” hizo múltiples promesas, muchas de las cuales son difíciles o casi imposibles de hacerlas realidad; para concretarlas se necesitan miles de millones de pesos, que solo existen en la menta perturbada del tabasqueño.
En sus acostumbradas peroratas fue común el uso de un lenguaje atrabiliario, ofensivo y por costumbre calificó a sus adversarios como “pirrurris” y socios de la “mafia del poder”; fue más allá de los insultos: al candidato presidencial panista, Ricardo Anaya lo motejó como “Ricky Riquin Canallin”.
AMLO como ahora se le conoce, soporta en su humanidad desde hace muchos años una serie de remoquetes, todos bien aplicados, por cierto: desde el muy famoso Peje (“joy peje, pero no lagarto”), hasta el americano, el piedra, el chacal de Macuspana. Y otros màs.
Para muchos no fue sorpresa el triunfo en las urnas de Andrés Manuel, lo que asombró fue su triunfo contundente, con un 53 por ciento de los votos, tal vez debido al hartazgo, a la corrupción y a la inseguridad, que prevalece en la República.
La ciudadanía llegó a las urnas el pasado uno de julio, con dos enormes decepciones: los pésimos sexenios, el del panista Vicente Fox y de su “pareja presidencial” Martha Sahagún; y el de Enrique Peña y su cauda de gobernadores y funcionarios deshonestos.
Ambos sexenios marcados por la corrupción. Esos factores abonaron a la ciudadanía a acudir a las urnas y votar por una nueva opción: la izquierda.
Esa fue una explicación por la que el Peje tuviera una abundante cosecha de sufragios, poco más de la mitad del padrón de votantes cruzaron el ambiguo círculo de MORENA, movimiento que tiene un fuerte tufo religioso.
Además de otro factor importante, hubo entendimiento (es decir un pacto) entre del candidato Andrés Manuel López Obrador y Presidente Enrique Peña Nieto, con el propósito de despejarle el camino al triunfo del tabasqueño.
Y con ello, Peñita ganó un manto de impunidad, para gozar sin problemas su exilio dorado en la Península Ibérica.
Ahora con el triunfo en la bolsa, pasea su figura desgarbada, descuidada y fachosa, asiste a festejos “fifis” a pesar de la austeridad republicana y destrozo su falaz lema de “honestidad valiente”.
En su llamada “gira de agradecimiento” el Peje está en su elemento, ante los acarreados, con la camisa sudada y el pelo en desorden. Y con sus promesas fantasiosas
Ya dejó de ser oposición, de ser la víctima de la mafia del poder, ahora se topará con la cruda y triste realidad;
Inseguridad, inflación, corrupción, robos, asaltos, huachicoleos, narcotráfico, inflación e incapacidad de sus ambiciosos colaboradores.
Pero el gran obstáculo del Peje, es y será su estulticia, su conducta jesuítica, su ignorancia y su facilidad para mentir. En su larga campaña prometió que no habría más gasolinazos; engañó a la ciudadanía.
El Peje hizo gran cantidad de compromisos a lo largo de su larga campaña, que cumplirlas costarían un dineral, recursos que no existen, ni recortando a la mitad a la burocracia, ni los muy publicitados 500 mil millones de pesos, que serían ahorrados con la desaparición de la corrupción oficial.
Y lo peor, con el delirio que ya es Presidente de México (muchos millones de mexicanos que votaron por el Peje, ya deben estar arrepentidos) anunció la desconcentración de las secretarías de despacho.
El fratricida tabasqueño no tiene idea de lo que eso significa; ni el costo humano, material y económico de ese utópico proyecto. el despido de miles de burócratas de confianza, honorarios y de base. Además de reducir a la mitad sus salarios, demagogia pura.
Otras “ocurrencias” del “presidente de la república amorosa” son construir varias refinerías, la primera en su natal Tabasco; reducir el IVA a la mitad en la frontera norte; el `proyecto de construcción de un Tren Maya, en la península con un recorrido de mil quinientos kilómetros; así como entregar una cifra mensual a los “ninis” y a los adultos mayores.
Sin contar con el anuncio de la construcción de varias Universidades, en la que los alumnos no tendrán que hacer examen de admisión (una de ellas en el municipio de Baridaguato, Sinaloa, el sitio más emblemático para la producción de enervantes).
La gran ciudadanía le da el beneficio de la duda, y un plazo entre uno y dos años para que cumpla con el cambio prometido, y que haya realidad eso de que MORENA es la esperanza de México.
Los opositores al Peje, que son muchos y que cada día aumentan, ya piensa que, si hay buenos resultados en dos o tres años, en las elecciones intermedias, puede haber revocación de mandato, de acuerdo con una de sus múltiples promesas.

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