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Fri, Nov

HISTORIAS EN EL METRO RATA DE DOS PATAS

Ciudad de México

Nunca se me va a olvidar hace más de dos años cuando me asaltaron en el Metro de la Línea 2. Fue la primera vez y miren que todos los días viajaba desde Ermita al Zócalo; por eso estaba muy confiado y cargaba con cartera, dinero, tarjetas, credenciales y ese día 900 pesos para hacer un pago.  Nunca supe en que estación se subieron las ratas de dos patas, pero sospecho fue en Chabacano.    

Esa ha sido la única ocasión que me han bolseado – por fortuna sin violencia y sin darme cuenta --, aunque parezca increíble porque viajo en el Metro todos los días. Por supuesto, ya no llevo más que las cosas necesarias como identificación, la tarjeta del Metrobús y mi credencial de adulto mayor por los accesos gratis. También algo de dinero por si acaso. 

Hace unos días reviví un poco lo sucedido. Eran como las seis y media de la tarde cuando llegué al andén en Barranca del Muerto de la Línea 7; debía llegar a Tacubaya para transbordar hacia Centro Médico. Llegó el tren, nos subimos, pasaron diez minutos y toda la gente arriba en espera cuando de pronto el conductor avisa que ya no va a dar servicio; los vigilantes y el personal nos “invitaron” a bajarnos y a esperar otro transporte. 

El andén estaba saturado cuando llegó el siguiente tren; nos subimos a empujones y apretados. Ninguno de quienes esperábamos quisimos aguardar, como suele suceder. Me coloqué como pude a un lado de la puerta de salida y de pronto sentí unos dedos que suavemente hurgaban las bolsas izquierdas de mi pantalón, una señora me advertía con los ojos que me estaban bolseando, pero yo hice como que no entendía. 

De reojo vi a un tipo a un costado mío; se notaba nervioso e inquieto y ¡Clásico! Traía un suéter en el brazo. No sé a quienes más robó o intento robar el delincuente, pero conmigo se topó con nada porque en una de mis bolsas del pantalón traía pañuelos desechables nuevos y en la otra, usados. De pronto ya no lo volví a ver entre la multitud, supuse que se bajó apresuradamente en la siguiente estación Mixcoac al notar que la gente lo detectó. 

Leí que en 2019 tres jóvenes fueron golpeados por unos 20 usuarios del Metro en la estación Merced de la Línea 2 cuando intentaban asaltar dentro del vagón. En un descuido los rateros pretendieron huir, pero fueron detenidos por la policía. Nunca se informó que sucedió con los pillos; seguramente salieron libres después de pagar una multa.   

De acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, los microbuseros y los peseros son donde en su mayoría se dan loa asaltos a los usuarios, con y sin violencia. El Metro todavía es un sitio más o menos seguro, aunque la gente ya no lo considera tanto como hasta hace algunos años. Se da mucho el robo de celulares principalmente, pero la gente no denuncia porque le parece una causa perdida. 

Las autoridades del Metro recomiendan ante un asalto que no intentemos enfrentar al delincuente, sobre todo porque siempre va acompañado de uno o dos cómplices. Eso sí, lo menos que se te ocurre cuando te roban es desearle lo peor a la rata y a su árbol genealógico.

Nunca se me va a olvidar hace más de dos años cuando me asaltaron en el Metro de la Línea 2. Fue la primera vez y miren que todos los días viajaba desde Ermita al Zócalo; por eso estaba muy confiado y cargaba con cartera, dinero, tarjetas, credenciales y ese día 900 pesos para hacer un pago.  Nunca supe en que estación se subieron las ratas de dos patas, pero sospecho fue en Chabacano.    

Esa ha sido la única ocasión que me han bolseado – por fortuna sin violencia y sin darme cuenta --, aunque parezca increíble porque viajo en el Metro todos los días. Por supuesto, ya no llevo más que las cosas necesarias como identificación, la tarjeta del Metrobús y mi credencial de adulto mayor por los accesos gratis. También algo de dinero por si acaso. 

Hace unos días reviví un poco lo sucedido. Eran como las seis y media de la tarde cuando llegué al andén en Barranca del Muerto de la Línea 7; debía llegar a Tacubaya para transbordar hacia Centro Médico. Llegó el tren, nos subimos, pasaron diez minutos y toda la gente arriba en espera cuando de pronto el conductor avisa que ya no va a dar servicio; los vigilantes y el personal nos “invitaron” a bajarnos y a esperar otro transporte. 

El andén estaba saturado cuando llegó el siguiente tren; nos subimos a empujones y apretados. Ninguno de quienes esperábamos quisimos aguardar, como suele suceder. Me coloqué como pude a un lado de la puerta de salida y de pronto sentí unos dedos que suavemente hurgaban las bolsas izquierdas de mi pantalón, una señora me advertía con los ojos que me estaban bolseando, pero yo hice como que no entendía. 

De reojo vi a un tipo a un costado mío; se notaba nervioso e inquieto y ¡Clásico! Traía un suéter en el brazo. No sé a quienes más robó o intento robar el delincuente, pero conmigo se topó con nada porque en una de mis bolsas del pantalón traía pañuelos desechables nuevos y en la otra, usados. De pronto ya no lo volví a ver entre la multitud, supuse que se bajó apresuradamente en la siguiente estación Mixcoac al notar que la gente lo detectó. 

Leí que en 2019 tres jóvenes fueron golpeados por unos 20 usuarios del Metro en la estación Merced de la Línea 2 cuando intentaban asaltar dentro del vagón. En un descuido los rateros pretendieron huir, pero fueron detenidos por la policía. Nunca se informó que sucedió con los pillos; seguramente salieron libres después de pagar una multa.   

De acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, los microbuseros y los peseros son donde en su mayoría se dan loa asaltos a los usuarios, con y sin violencia. El Metro todavía es un sitio más o menos seguro, aunque la gente ya no lo considera tanto como hasta hace algunos años. Se da mucho el robo de celulares principalmente, pero la gente no denuncia porque le parece una causa perdida. 

Las autoridades del Metro recomiendan ante un asalto que no intentemos enfrentar al delincuente, sobre todo porque siempre va acompañado de uno o dos cómplices. Eso sí, lo menos que se te ocurre cuando te roban es desearle lo peor a la rata y a su árbol genealógico.

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