Bueno. Pues todos los seres vivos tenemos un mismo destino final, un viaje, el último viaje, sin retorno. Que desaparecemos de la faz de la tierra, que nos animó en vida algo llamado alma, que vivimos otra vida. Pura especulación, pura suposición. Ni los teólogos más avezados lo pueden saber. Te mueres y te vas y no vuelves. Que podemos saber de lo que se llevó a la tumba el Comandante, nuestro Comandante de las fuerzas revolucionarias del mundo. Porque para mí es mi comandante. No sólo el gran líder, el gran guerrillero, el gran político, el gran estadista, el gran amado por las multitudes cubanas, el gran odiado por las fuerzas oscuras del imperio y de sus lacayos en la isla más bella del mundo, la isla de Cuba, de donde salieron para colonizar a México los primeros españoles comandados por Hernán Cortés, quien en México quemó sus naves para no tener la tentación de abandonar este paraíso.
Pues todo el mundo que se interesa por los asuntos del mundo está hablando desde el viernes pasado de la muerte del Comandante Fidel Castro Ruz. Ya era tiempo de que fuera a descansar. Contaba 90 años bien empleados en favor de su gente, de los cubanos explotados, expoliados, de los cubanos siervos de la plutocracia estadounidense que había convertido a la isla en un casino y en un burdel, con el apoyo del dictador Fulgencio Batista, quien – ese sí – pasó al basurero de la historia. Él y todos los barones de la delincuencia organizada estadounidense que usaban a Cuba como un destino para lavar sus multimillonarios hurtos en territorio gringo. De ello hay testimonios. Fue una de las causas por las que Fidel Castro y su pequeño grupo de guerrilleros salió de México en el GranMa para guerrear contra Batista desde la Sierra Maestra. Fechas y lugares salen sobrando. El hecho es lo que cuenta.
Y de ahí a la gloria. Al derrumbe de la dictadura y a la instauración de un sistema socialista en las meras narices del imperialismo capitalista. No voy a polemizar con quienes acusan a Fidel Castro, desde dentro de la isla y desde fuera, de el peor dictador. Eso para mí no cuenta. Lo que cuenta son los maravillosos avances en salud y educación que se lograron en Cuba durante medio siglo. Nadie puede quejarse de que en la isla no haya niños de la calle como en México o en Estados Unidos; nadie puede quejarse de que el sistema hospitalario sea el mejor del mundo y no esté lleno de pulgas y otros bichos y atascado de médicos patanes que les es más fácil hacer una cirugía para sacarle a una mujer el hijo de su vientre que esperar a que dé a luz gracias a sus pugidos. El sistema de salud cubano es lo mejor de lo mejor. Los médicos son de lo mejor y no utilizan la medicina para enriquecerse como lo hacen muchos médicos en México y en los países del hemisferio occidental.
Y no voy a profundizar en los logros de la revolución. Ya lo han hecho otros. Ya han hablado de que el triunfo del socialismo se convirtió en una gran bendición para los cubanos, salvo para aquellos cubanos egoístas herederos de capitalistas explotadores de la mano de obra, en los cañaverales, donde los cubanos de color dejaban la zalea.
Entonces, voy ensalzar el sistema hospitalario, la formación de los médicos, la solidaridad de Cuba con otros países en la formación de sus médicos, las misiones de buena voluntad de brigadas de salud de médicos cubanos hacia países pobres con problemas epidemiológicos. Y más que nada el gran éxito del sistema escolar. No hay en Cuba un solo niño que no tenga oportunidad de ir a una escuela. No hay un solo niño que viva en la calle, coma de los basureros, se drogue con cemento o marihuana en los rincones callejeros, como ocurre en México y concretamente en las grandes ciudades mexicanas.
Hospitales, médicos, enfermeras, escuelas, maestros, padres de familia, todos coludidos para sacar al país hacia adelante. Y todo ello se lo deben a todos los revolucionarios, desde los que salieron de Tuxpan en el GranMa, que prácticamente le regaló a Fidel, al Che, a Camilio Cienfuegos y a otros guerrilleros don Antonio del Conde “El Cuate”. El Consejero Político de la embajada cubana en México, Señor José Alberto Prieto Sánchez, ha dicho que no existe un ciudadano cubano que no conozca el papel tan importante que México, Tuxpan (Veracruz) y El Cuate desempeñaron para lograr la revolución, por lo cual estarán siempre agradecidos.
Es todo lo que debo decir. Podría escribir más de Fidel Castro, pero lo han hecho otros y lo han hecho y lo seguirán haciendo los historiadores. Yo son un simple reportero. Pero no podía quedarme sin hacer un pequeño homenaje al hombre que de veras que dedicó su vida a cuidar de la vida de las mayorías de su país y del mundo, apoyado fuertemente por el médico, de muy feliz memoria, el doctor Ernesto “El Che” Guevara, el internacionalista que dio su vida por los seres humanos, hasta por los que lo consideraron su enemigo, que los mezquinos no faltan en este mundo matraca. Mezquinos que le envenenan la mente a gente de buena voluntad que odia a Fidel sólo porque le dijeron que era el peor dictador y que en Cuba no había libertad, Claro. En Cuba no hay libertad para joder al país, como en México en donde el primero que goza de libertad para joderlo es el presidente.
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Pues todo el mundo que se interesa por los asuntos del mundo está hablando desde el viernes pasado de la muerte del Comandante Fidel Castro Ruz. Ya era tiempo de que fuera a descansar. Contaba 90 años bien empleados en favor de su gente, de los cubanos explotados, expoliados, de los cubanos siervos de la plutocracia estadounidense que había convertido a la isla en un casino y en un burdel, con el apoyo del dictador Fulgencio Batista, quien – ese sí – pasó al basurero de la historia. Él y todos los barones de la delincuencia organizada estadounidense que usaban a Cuba como un destino para lavar sus multimillonarios hurtos en territorio gringo. De ello hay testimonios. Fue una de las causas por las que Fidel Castro y su pequeño grupo de guerrilleros salió de México en el GranMa para guerrear contra Batista desde la Sierra Maestra. Fechas y lugares salen sobrando. El hecho es lo que cuenta.
Y de ahí a la gloria. Al derrumbe de la dictadura y a la instauración de un sistema socialista en las meras narices del imperialismo capitalista. No voy a polemizar con quienes acusan a Fidel Castro, desde dentro de la isla y desde fuera, de el peor dictador. Eso para mí no cuenta. Lo que cuenta son los maravillosos avances en salud y educación que se lograron en Cuba durante medio siglo. Nadie puede quejarse de que en la isla no haya niños de la calle como en México o en Estados Unidos; nadie puede quejarse de que el sistema hospitalario sea el mejor del mundo y no esté lleno de pulgas y otros bichos y atascado de médicos patanes que les es más fácil hacer una cirugía para sacarle a una mujer el hijo de su vientre que esperar a que dé a luz gracias a sus pugidos. El sistema de salud cubano es lo mejor de lo mejor. Los médicos son de lo mejor y no utilizan la medicina para enriquecerse como lo hacen muchos médicos en México y en los países del hemisferio occidental.
Y no voy a profundizar en los logros de la revolución. Ya lo han hecho otros. Ya han hablado de que el triunfo del socialismo se convirtió en una gran bendición para los cubanos, salvo para aquellos cubanos egoístas herederos de capitalistas explotadores de la mano de obra, en los cañaverales, donde los cubanos de color dejaban la zalea.
Entonces, voy ensalzar el sistema hospitalario, la formación de los médicos, la solidaridad de Cuba con otros países en la formación de sus médicos, las misiones de buena voluntad de brigadas de salud de médicos cubanos hacia países pobres con problemas epidemiológicos. Y más que nada el gran éxito del sistema escolar. No hay en Cuba un solo niño que no tenga oportunidad de ir a una escuela. No hay un solo niño que viva en la calle, coma de los basureros, se drogue con cemento o marihuana en los rincones callejeros, como ocurre en México y concretamente en las grandes ciudades mexicanas.
Hospitales, médicos, enfermeras, escuelas, maestros, padres de familia, todos coludidos para sacar al país hacia adelante. Y todo ello se lo deben a todos los revolucionarios, desde los que salieron de Tuxpan en el GranMa, que prácticamente le regaló a Fidel, al Che, a Camilio Cienfuegos y a otros guerrilleros don Antonio del Conde “El Cuate”. El Consejero Político de la embajada cubana en México, Señor José Alberto Prieto Sánchez, ha dicho que no existe un ciudadano cubano que no conozca el papel tan importante que México, Tuxpan (Veracruz) y El Cuate desempeñaron para lograr la revolución, por lo cual estarán siempre agradecidos.
Es todo lo que debo decir. Podría escribir más de Fidel Castro, pero lo han hecho otros y lo han hecho y lo seguirán haciendo los historiadores. Yo son un simple reportero. Pero no podía quedarme sin hacer un pequeño homenaje al hombre que de veras que dedicó su vida a cuidar de la vida de las mayorías de su país y del mundo, apoyado fuertemente por el médico, de muy feliz memoria, el doctor Ernesto “El Che” Guevara, el internacionalista que dio su vida por los seres humanos, hasta por los que lo consideraron su enemigo, que los mezquinos no faltan en este mundo matraca. Mezquinos que le envenenan la mente a gente de buena voluntad que odia a Fidel sólo porque le dijeron que era el peor dictador y que en Cuba no había libertad, Claro. En Cuba no hay libertad para joder al país, como en México en donde el primero que goza de libertad para joderlo es el presidente.
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