Francisco Gómez Maza
Donald Trump sólo refleja el pensamiento fascista – el fascismo de mercado - de una inmensa mayoría de ciudadanos salvajes de todos los colores, que vive sin darse cuenta en ese gran campo de concentración que nos hicieron creer que era el american dream o el paraíso de la libertad hasta para ser drogadictos, alcohólicos empedernidos, machistas, misóginos, locos.
Donald Trump sólo refleja el pensamiento fascista – el fascismo de mercado - de una inmensa mayoría de ciudadanos salvajes de todos los colores, que vive sin darse cuenta en ese gran campo de concentración que nos hicieron creer que era el american dream o el paraíso de la libertad hasta para ser drogadictos, alcohólicos empedernidos, machistas, misóginos, locos.
Dicen que, mientras en Europa un veterano de guerra abre la ventana de su departamento y se lanza al vacío por la frustración y el dolor, en Estados Unidos un veterano de guerra la abre para dispararle con su rifle a todo transeúnte que pase por ahí en ese momento.
Una tierra rara donde en las esquinas de las calles venden la fruta más atractiva por sus colores, pero al darle un mordisco no sabe a nada.
Pues con esa realidad tendremos que acostumbrarnos a vivir, si es que no somos exterminados por los marines en invasiones relámpago porque resulta que los mexicanos son el enemigo número uno de los facistas estadounidense, que son legión y que están caracterizados por un personaje siniestro que no busca quien se la deba sino quien se la pague.
Y me temo que Enrique Peña Nieto no se ha dado cuenta de esa realidad, porque todavía no renuncia a no ser héroe de las revistas del corazón o de la nice society de Atracomulco. Y tampoco se ha dado cuenta de que la traginera en la que viaje, junto con la mujer que le dio Televisa, está haciendo agua, tanto cuando viaja por México, como cuando se va a la China. Trump mientras tanto le come el mandado, como decimos los mexicanos, cada vez que abre la boca.
Pero el presidente ni ve ni oye y creo que ni le importa ver u oír a nadie inclusive al mismo Trump. El agua le está llegando a los aparejos y el fuego amenaza con incendiar el llano y las montañas y él ni idea de lo que le está pasando.
Y es que está acostumbrado, como buen hijo de familia rica, a hacer su voluntad, a no consultarle a nadie si lo que está haciendo está bien o está mal, a no preguntar dónde queda la casa de la Luna. Es demasiado orgulloso para preguntarle a otras personas qué hacer frente a este imperio que al fin de cuentas se mostró como lo que era y es y será, una tierra de odio racial, paraíso para los integrantes de Ku Kux Klan y para los millones de Trump que han construido unos separos que van a rematar con una muralla para que los prietos no vayamos a molestarlos.
Pero esa situación diabólica puede enfrentarse y confrontarse con inteligencia e imaginación. Y Peña Nieto no lo está haciendo. El reclama el derecho de ser el presidente pero aparece como un presidente absolutamente abatido por la tristeza, por una especie de impotencia ante un grupo de sicóticos guiados por un sicótico como Donald Trump.
Tiene Peña Nieto que ser más humilde, o menos orgulloso, y dejarse ayudar por los que saben y saben más que él. Si no lo hace, la trajinera va a rebalsar y terminará hundiéndose en el fango y ya sabemos quiénes y quién serán los ganadores. No olvide, señor Peña Nieto, que estamos en manos de un sicótico como Trump. Y lo califico de sicótico porque sus declaraciones, sus acciones, sus políticas son precisamente de un enfermo mental, No lo estoy ofendiendo. Simplemente consulté con mi siquiatra y me confirmó mis sospechas médicas. Imagine, presidente, que tenga usted que lidiar los 20 meses que le quedan en Los Pinos con un sicótico.Y todo por no ser menos soberbio.
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