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Fri, Mar

*AMLO, histórico nivel de aceptación

Zona sismica
Zona Sísmica

Por Marco Polo Aguilar

*AMLO, histórico nivel de aceptación

Zona Sísmica

Por Marco Polo Aguilar

*AMLO, histórico nivel de aceptación

*López Obrador, hacedor de su propia imagen

*René Juárez: riesgo de fracturas en el PRI

Mientras aún resuena el Informe por sus Cien Días de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador mantiene su récord histórico de aceptación entre los mexicanos con un margen superior al 80 por ciento.

El dato por sí mismo es relevante, toda vez que estos tres meses y días al frente del gobierno federal no han sido perfectos y en el camino, el promotor de la llamada “Cuarta Transformación” ha dejado incontables víctimas y su administración, se ha visto matizada por errores y omisiones que han debido ajustarse sobre la marcha.

Los estudiosos del marketing político aún no descifran la ecuación de la que el tabasqueño echa mano para mantener tan alto nivel de popularidad y los más audaces aseguran que la esencia de su fórmula infalible es que López Obrador mantiene viva la esperanza de los mexicanos en que algo, por poco que sea, habrá de cambiar para bien del país.

Integralia, un despacho dedicado a realizar encuestas, menciona cinco factores que explican la popularidad de Andrés Manuel López Obrador: 1.- Estilo cercano de gobernar; 2.- Hartazgo de los gobiernos anteriores; 3.- Gobierno de “acciones rápidas; 4.- Estrategia de comunicación: lenguaje común y cercano y 5.- Plantea la lucha del bien (4ª. Transformación) vs. El mal (neoliberalismo)

Pero si observamos en detalle lo ocurrido en la campaña electoral y en estos tres meses y medio de gobierno, podremos destacar algunos de los aciertos en el manejo mediático que AMLO ha logrado de su propia imagen y la de MORENA, el Movimiento que lo llevó al poder.

En primer lugar, el acrónimo que acuñó para invitar al inconsciente colectivo a la unidad, resultó ser más que exitoso, pues remite a los mexicanos a la fe, al vincularlo con la virgen de Guadalupe (la virgen MORENA).

En segundo término, el utilizar los desaciertos del partido en el poder y de los grupos de poder que le acompañaron en forma tradicional para congregarlos en su sólo grupo antagónico y sobre el que hizo recaer todos los males del país: La mafia del poder.

Posteriormente, identificado el “enemigo” y con la más poderosa herramienta para exorcizar a México (MORENA), abrió para la conciencia nacional la certeza de que si era posible desterrar a los naguales, despojarlos del poder ancestral y de su vicio más extendido (la corrupción) para, a partir de ahí, hacer “una limpia” y empezar la reconstrucción del país desde sus bases.

Todas estas figuras están presentes en el accionar cotidiano del presidente Andrés Manuel López Obrador. Son la base del atractivo que ejerce su imagen frente a una sociedad harta del sistema de partidos políticos y de la fauna nociva de políticos que durante décadas generó.

Autoerigido como el salvador de la nación, AMLO sigue exponiendo ante los mexicanos el poder seductor de su imagen y mantiene a los partidos políticos acotados bajo una sombra difícil de trasponer ante la falta de propuestas concretas y la inexistencia de liderazgos que hagan contrapeso a su imagen.

Por si esto fuera poco, en el esquema integral de imagen del caudillo, López Obrador es la encarnación viva de la presidencia y todos los días, antes de que salga el sol, sale a decir a los mexicanos que “ahora si hay alguien que se ocupe de los problemas nodales de la nación” y no sólo eso, también “que el presidente agarra al toro por los cuernos y sale a dar la cara a sus detractores y se enfrenta a la prensa porque no tiene cola que le pisen”.

Impecable comunicador, López Obrador encontró en el lenguaje llano, claro y directo la mejor forma de conectar con los mexicanos, una fórmula aprendida de Galeano, Sabines y Pacheco, los rockstars de las letras en habla hispana.

Al mismo tiempo, y consciente de que el mensaje es el medio, AMLO restriega a sus detractores que su persona es la respuesta y que en su albedrío se encuentran todas las respuestas a las preguntas más recurrentes de los mexicanos, es decir, que su presidencia es él y no su equipo.

Más grande que cualquier gabinete y más útil que cualquier equipo de colaboradores, López Obrador es evidencia clara de que en su accionar político no requiere de voceros ni de personeros que pretendan manejar su imagen, porque la interlocución que ha construido con los mexicanos está por encima de cualquier teoría del marketing político o de las ocurrencias de quien pretenda mostrarle los caminos de la “comunicación social”.

Para concluir, la decisión de conducirse bajo la mayor austeridad republicana, desdeñar ostentosos los cuerpos de seguridad, el lujo de la Residencia Oficial de los Pinos, no subirse nunca al Avión Presidencial y comer dónde el hambre llame y viajar con todos los “hijos de vecino”, son los aciertos que mantienen intocado el alto rating que le hizo ganar la elección de 2018 y que a más de cien días de gobierno siguen al alza.

Y mientras la oposición sigue sin hallar la cuadratura al círculo, esta es la base simple, clara y sencilla bajo la que López Obrador fincó el éxito de su propuesta y sigue ampliando la brecha con los partidos políticos y la grave crisis de liderazgos que enfrenta México.

Tan es así, que la semana pasada, René Juárez Cisneros, un “tanque de la política”, no sólo en Guerrero, sino en el país, lanzó un SOS a los militantes de su partido porque presiente un riesgo de fractura dentro del PRI, lo que además lo llevó a declinar en sus aspiraciones legítimas para competir por la dirigencia nacional del tricolor y continuar con la coordinación de la fracción parlamentaria de los diputados priistas en San Lázaro, desde donde defenderá los derechos de su militancia.

En un sentido mensaje les dijo a los militantes del PRI:

“Hermanas y hermanos priistas, les hablo a ustedes, qué como yo, nos sentimos profundamente orgullosos de ser priistas.

Pero no del PRI de los privilegios, la arrogancia, la corrupción o la sumisión ante el poder. No de ese PRI, que se extravío y abandonó a la militancia, no de ese PRI, que se olvidó de los sueños, aspiraciones y reclamos de la gente.

Hoy, advierto un grave riesgo de fractura, entre quienes quieren entregar al partido al nuevo gobierno y quienes pretenden imponer una dirigencia a modo. No estoy de acuerdo, en que sea el dinero el factor determinante para decidir la nueva dirigencia de nuestra organización partidaria.

Para mí, lo más importante es la militancia y la unidad del partido, no seré yo, quien aboné a su fractura, por eso he decidido renunciar a mi aspiración legítima de participar en la elección de la dirigencia nacional del PRI, pero jamás renunciaré a expresar desde la Coordinación del PRI en la Cámara de Diputados, todo aquello que pretenda dañar a nuestra militancia. Mi compromiso es seguir defendiendo el derecho de la militancia a decidir con su voto el futuro de nuestro partido, les abrazo con el afecto y respeto de siempre”.

La cuestión es que el esquema de partidos se encuentra desaparecido ¿Tú qué opinas amable lector?

Movimientos telúricos…Por cierto, en Guerrero, el presidente del Comité Directivo Estatal del PR, Esteban Albarrán Mendoza, afirmó que “a 100 días de gobierno, no vemos rumbo del país”…lo anterior lo sostuvo durante un debate sostenido con el presidente del PAN; Eloy Salmerón Díaz y con el presidente de Morena, Marcial Rodríguez Saldaña, quien estuvo de acuerdo con Albarrán Mendoza en que el pasado abucheo al gobernador Héctor Astudillo Flores fue “orquestado”…This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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