HISTORIAS EN EL METRO
LINEA DORADA
Por Ricardo Burgos Orozco
LINEA DORADA
Por Ricardo Burgos Orozco
Me ha tocado viajar pocas ocasiones en la Línea 12, la Dorada, la más nueva,
dicen que también la más bonita y moderna. En la mañana vienen atascados los
vagones hacia Mixcoac; difícilmente te puedes subir de inmediato. Debes armarte
de paciencia y de tiempo para encontrar un espacio. En la noche en horas pico es
al revés, hacia Tlahuac está imposible, sobre todo abordar en Zapata, que conecta
a la Línea 3 con la Línea 12, es un triunfo. Pero lo increíble de esta ruta es que
¡Difícilmente encuentras vendedores ambulantes! En una ocasión me subí en
Ermita hacia Tlahuac; en la siguiente parada –Mexicaltzingo-- se subió un chavo
que vendía audífonos y a la siguiente estación vi que un par de empleados del
Metro se lo llevaron discretamente. El comerciante alegaba que no estaba
vendiendo nada, pero le sacaron la mercancía de una bolsa de plástico que
cargaba y mejor se quedó callado. No he visto a nadie más. Metiche y chismoso
como soy, el miércoles le pregunté a uno de los jefes de estación. Al principio me
miró sorprendido porque me metí hasta su cubículo, pero la puerta estaba abierta.
Nunca había entrado a un lugar de esos. Al lado izquierdo, en la pared, había un
aparato parecido al semáforo cuyas luces verdes, rojas y amarillas se prendían y
apagaban; tenía un micrófono y un monitor enfrente de él. Me dijo que desde que
se inauguró la línea 12 el objetivo ha sido cero vagoneros, como debería ocurrir en
toda la red porque el reglamento los prohíbe--, me enfatizó muy celoso de su
deber--; les ayuda mucho tener un número importante de cámaras porque los
detectan de inmediato. También cuentan con personal mejor preparado y que no
se deja sobornar. Por supuesto, los policías uniformados le entran y bien a ese
trabajo. No sé por qué, pero el hombre me tomó confianza y se soltó: miré, ningún
vendedor está por su cuenta, todos pertenecen a grupos, organizaciones, mafias,
algunas muy poderosas en la ciudad, que han querido entrar en muchas
ocasiones y no los hemos dejado, nos ha costado trabajo. Han querido bloquear
las estaciones, se han quejado con sus líderes y ellos van y presionan a las
autoridades, pero hasta ahora nos mantenemos limpios. Aunque usted no lo crea,
los propios usuarios han ayudado mucho, unos denunciando a los vendedores y
otros no comprándoles; no quieren que se contamine la línea. Le agradecí la
explicación, me despedí y él, por si acaso, cerró la puerta detrás de mí.
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