Lorenzo Delfín RuizEl ingenio popular le ha recetado al presidente Enrique Peña Nieto versiones variadas ante su dicho de que “ningún presidente se ha levantado pensando cómo joder a México”. El argumento más contundente, y por el estado de cosas en el país que los críticos y hasta los mismos cómplices del sistema califican de deplorable, es que, en su caso, el primer mandatario lo piensa… antes de acostarse.O “más mejor”, como aseguraría con fracasado lucimiento una secretaria de aspecto fachoso: “eso quiere decir que el presidente duerme de
Lorenzo Delfín RuizEl ingenio popular le ha recetado al presidente Enrique Peña Nieto versiones variadas ante su dicho de que “ningún presidente se ha levantado pensando cómo joder a México”. El argumento más contundente, y por el estado de cosas en el país que los críticos y hasta los mismos cómplices del sistema califican de deplorable, es que, en su caso, el primer mandatario lo piensa… antes de acostarse.O “más mejor”, como aseguraría con fracasado lucimiento una secretaria de aspecto fachoso: “eso quiere decir que el presidente duerme de
pie…”La inusitada expresión presidencial, que como le ocurre a los ancianos cuando prevén que se le acerca la hora de la última confesión, entraña un cambio de actitud, pero ésta cargada de sospechosismo. En conclusión: un cuento que pocos se tragan.El ánimo de sincerarse en el último tercio de un periodo gubernamental de continuos tropezones, significa desconfianza y de plano se juzga que alguna nueva jugarreta gubernamental se avecina.En un país acostumbrado a descifrar mensajes políticos, el ejercicio de catarsis presidencial aventura otras interpretaciones. Puede derivar en un esfuerzo por ser aceptado en sociedad después de cuatro años de hostigamiento social y reformas estructurales incoherentes, como pago a la “tenaz” persecución contra el tropicalón y gordi-transa ex gobernador veracruzano Javier Duarte; flaca decisión porque la cacería apesta a distractor y vacilada…… o supondrá que el ambiente hostil en su contra se ha dulcificado por la detención del ex jefe policiaco de Iguala, Guerrero, sobre quien el gobierno cifra la fabricación de otra verdad histórica con el “esclarecimiento” de la desaparición masiva de 43 estudiantes de la comunidad de Ayotzinapa.Puede, en todo caso, resultar una engañifa más, como aquella detectada por un cubano, reflejada en un compendio de cultura popular y que, con el título de “Sabiduría guajira”, la Universidad Central de Las Villas editó en 1965. La amplia cosecha del folclor cubano –como lo cita el libro- incluye una décima que, a más de 50 años de publicada, se asocia con puntualidad a la suspicacia que agobia al pueblo mexicano ante el comportamiento de su gobierno:“Mi mujer se me enfermódel corazón en La Habanay el médico una mañanavino y la reconoció.El vestido le quitó,blume, sayuela y refajo;y yo al ver este relajodije: `esto no me convieneporque mi mujer no tieneel corazón tan abajo ´.” La auscultación gubernamental a un enfermo crónico como se revela la mayor parte de la población, no deja de ser un mero trámite, porque el diagnóstico de achaques es surtido, viejo, categórico y de difícil cura mientras el médico, mañosón como el de la décima, encuera al paciente y regatea el medicamento.Así, la versión oficial de que no existe ánimo institucional para joder choca de frente con un entorno de corrupción galopante, de injusticia, desempleo, empobrecimiento, abusos de autoridad, asesinatos a mansalva; de enfermizo afán por sepultar la seguridad social y rematar la soberanía; de gazapos diplomáticos y protección a saqueadores…El sano ejercicio de las interpretaciones, que tanto cultiva y saborea el poder gubernamental, alimentó una conjetura revelada por la prole en el inmenso espacio cibernético: si el gobierno no jode, ¿por qué sobran jodidos en el país?