El Presidente ha utilizado esa frase como método para ignorar la terca realidad
A casi cuatro meses de ejercer el gran poder, el País está en vilo ante su cenutria
Andrés Manuel López Obrador, como candidato por tercera vez a la responsabilidad más importante de la República mexicana, lanzó una amenaza “si se atreven a hacer fraude electoral, yo me voy a mi rancho en Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre.”
A poco menos de seis meses de habitar el emblemático Palacio Nacional, ya con el título de Presidente, no ha cumplido ninguno de sus compromisos y no sabe cómo amarrar al tigre (el crimen organizado) que tiene asolado todo el territorio nacional.
Con su vieja estrategia de culpar a los funcionarios del pasado, el Peje evita asumir con la responsabilidad del cargo que buscó durante poco más de 20 años
Debido a su incapacidad intelectual no reconoce que no es igual ser activista y agitador y vociferar, ofender, exigir, chantajear, a ser gobierno. le quedó muy grande la silla del águila.
En sus conferencias mañaneras –ya conocidas como la misa de siete- sólo ha demostrado crasa ignorancia; refleja con sus respuestas pausadas que no está capacitado para ocupar el alto cargo que le entregaron 30 millones de electores; que no tiene recursos verbales y que vive en su mundo de fantasía.
Entre sus eternas alucinaciones niega que el índice de homicidios, secuestros y robos están en crescendo; que el crimen organizado está controlado. Repite “yo tengo otras cifras”.
Reitera, su cantaleta ante los reportes de que la violencia, asesinatos, secuestros, extorsiones, hechos que van al alza. Que en menos de seis meses todo estará en paz y en calma.
En suma, que la República Mexicana está convertida en un gran cementerio; los baños de sangre son cotidianos; las matanzas masivas ya no sorprenden a nadie y los diversos cárteles de la droga operan con toda impunidad debido a la incapacidad de las autoridades o a la complicidad.
No obstante, todo lo anterior, el Peje –ahora AMLO- vive en su mundo fantástico, tal vez derivado de un problema mental que sufre desde la década de los 60’s ocasionado por el rechazo de sus padres, luego de que asesinó a su hermano menor José Ramón, de un disparo en la cara.
Ese hecho lo marcó para siempre y para paliar ese escabroso episodio, ha expresado que “fue un accidente”.
Hoy, una vez que cumplió su obsesión de llegar a la presidencia, ahora tiene la meta de alcanzar el poder absoluto.
Tiene sometido a el Poder Legislativo, trata de controlar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para lograrlo pretende colocar cinco Ministros más, desde luego afines a su movimiento político.
Su nueva obsesión ya colinda con la dictadura, su corto alcance mental, lo impulsa negar la terca realidad.
Rechaza los informes de sus propios colaboradores, en especial con el creciente número de mexicanos asesinados; sobre los cada día más caros precios de las gasolinas, energía eléctrica y gas
Sin inmutarse, el “presidente” expresa en sus ya aburridas conferencias mañaneras que “yo tengo otros datos”.
Esa cantaleta la repitió en sus derrotas electorales. Con sus propios números, reclamó triunfos en Tabasco en donde perdió dos veces el gobierno tabasqueño.
Y dos veces fue derrotado por su insana ambición presidencial.
En las dos jornadas electorales también expresó “de acuerdo a mis números” yo soy el presidente legítimo. Organizó plantones, marchas, bloqueo de pozos petroleros
Su desvarío es de tal magnitud que se auto proclamo “presidente de la republica amorosa”, en un acto circense celebrado en la Plaza de la Constitución, el 20 de noviembre de 2006.
Desde siempre AMLO, también conocido como El Peje, ha señalado que tiene ideales y principios, que tiene como norma “no robo, no miento y no traiciono”, y ninguna de las tres ha cumplido.
Los aburridos discursos del Presidente de la República, López Obrador, son ambiguos y fuera de su círculo pretoriano pocos lo entienden.
Su hablar pausado, y pletórico de mentiras y sandeces. Y con su frase que lo identifica de cuerpo eterno “me canso ganso”.
López es un gobernante sui generis: no entona el Himno Nacional, su comportamiento es mezquino, ajeno al dolor ajeno; no presentó condolencias a los poblanos por el magnicidio de su gobernadora de origen panista Erika Alonso ni de su esposo y líder de la bancada azul en el Senado Rafael Moreno Valle y ratificó su ausencia de civilidad al ignorar la masacre ocurrida en un festejo en Minatitlán, Veracruz.
Y como colofón el “gansito” defendió la incapacidad del gobernador veracruzano Cuitláhuac García Jiménez, cuya incapacidad también es muy notoria.
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