México se ha convertido en un país de cínicos. Cuánto duele decirlo. Pero es la mera verdad. Los políticos aspiran a la impunidad. La política es para los políticos – se salvan muy contados. Conozco a por lo menos uno, del que me consta que es inmune a la corrupción - lo que el comercio de las drogas ilícitas es para los narcotraficantes y casi siempre se entrecruzan.
Un ejemplo de ese entrecruzamiento es el caso de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala, hace dos años, en el que una investigación de Anabel Hernández –“La Verdadera Noche de Iguala” – revela que en esa acción participaron soldados del ejército bajo las órdenes del narcotraficante dueño de droga por 2 millones de dólares que iba en dos de los camiones utilizados por los estudiantes desaparecidos.
Caso Ayotzinapa aparte, del cual el gobierno tiene la total obligación de rendir cuentas, está los vergonzosos casos de los gobernadores de Chihuahua y Veracruz, coincidentemente del mismo apellido – Duarte – que se sirvieron con un gran cucharón durante el tiempo en que estuvieron dizque gobernando.
Y ya no tiene caso hablar de más casos. Sólo esos tres – Ayotzinapa, Chihuahua y Veracruz – revelan que la corrupción de la filosofía de vida de los mexicanos. ¿Se va a aclarar la verdadera verdad, no la “verdad histórica” de Murillo Karam, en el caso Ayotzinapa? ¿Van a ser aprehendidos por el Ministerio Público ambos Duarte? Me temo que ya pasó el tiempo para que estuvieran ya en chirola. El sistema nacional anticorrupción no pasó de ser únicamente un gesto demagógico del PAN y del presidente. La corrupción sigue y seguirá por los siglos de los siglos, amén, mientras lo permitan los mexicanos no corruptos. Pero la corrupción está tan enraizada que el país ya huele a desechos humanos. Es, lamentablemente, un estercolero.
Y no podemos hablar de acabar con la corrupción y hacer planes de una sociedad incorruptible. Es imposible. Es ir contra la historia. Es ir contra la naturaleza misma de lo mexicano. No lo sé. Lo único que sé es que nos estamos suicidando como sociedad y como país. Nos estamos debatiendo en una gran letrina, como en una alberca rebosante de mierda.
Hace unos días la ministra en retiro de la Suprema Corte, Olga Sánchez Cordero, lo dijo claramente: Los jóvenes en México aspiran a convertirse en políticos para quedar impunes. La jurisconsulta lo declaró al finalizar la presentación del libro titulado Secreto Bancario y Defraudación Fiscal, coincidiendo con el autor Ambrosio Michel en que ésta es la realidad que vive México.
Le dijo también a un reportero de El Universal que tiene razón la escritora rusa, Ayn Rand, cuando segura que la sociedad mexicana está condenada, debido a que la “corrupción es recompensada y la honradez es un autosacrificio”. En el país es común que las autoridades cometan violaciones a los derechos humanos para armar “casos a modo”, lo que podría poner en riesgo los procedimientos iniciados. “Es común, porque a veces no tienen la capacitación ni siquiera para armar un expediente, ni saben cómo hacerlo, y menos aún cuáles son los procedimientos, y violan cualquier cantidad de temas en el debido proceso y en la garantía de audiencia”.
Para la ministra en retiro, en el supuesto de que estas irregularidades ocurran en los procedimientos iniciados contra ex gobernadores como Guillermo Padrés o Javier Duarte, se estaría en riesgo de que los mismos no tengan éxito. “Si los casos no están jurídicamente bien armados y no se ha seguido todo el procedimiento constitucional de respeto a los derechos humanos, estamos porque se puedan llegar a caer muchos de estos casos. Y de hecho se caen. A la profesora Elba Esther Gordillo, por ejemplo, recluida ya varios años en una cárcel, el Ministerio Público no le ha podido probar ninguna de las acusaciones, graves, que le hizo que presentó ante el poder judicial.
Y la corrupción sigue. Es una de las maneras de hacerse rico en un país rico y embarazado de pobreza. Y el MP (PGR) es tan inútil que tiene que ofrecer recompensas… Curiosamente, muchos grandes corruptos son del círculo de amigos de Los Pinos…
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Un ejemplo de ese entrecruzamiento es el caso de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala, hace dos años, en el que una investigación de Anabel Hernández –“La Verdadera Noche de Iguala” – revela que en esa acción participaron soldados del ejército bajo las órdenes del narcotraficante dueño de droga por 2 millones de dólares que iba en dos de los camiones utilizados por los estudiantes desaparecidos.
Caso Ayotzinapa aparte, del cual el gobierno tiene la total obligación de rendir cuentas, está los vergonzosos casos de los gobernadores de Chihuahua y Veracruz, coincidentemente del mismo apellido – Duarte – que se sirvieron con un gran cucharón durante el tiempo en que estuvieron dizque gobernando.
Y ya no tiene caso hablar de más casos. Sólo esos tres – Ayotzinapa, Chihuahua y Veracruz – revelan que la corrupción de la filosofía de vida de los mexicanos. ¿Se va a aclarar la verdadera verdad, no la “verdad histórica” de Murillo Karam, en el caso Ayotzinapa? ¿Van a ser aprehendidos por el Ministerio Público ambos Duarte? Me temo que ya pasó el tiempo para que estuvieran ya en chirola. El sistema nacional anticorrupción no pasó de ser únicamente un gesto demagógico del PAN y del presidente. La corrupción sigue y seguirá por los siglos de los siglos, amén, mientras lo permitan los mexicanos no corruptos. Pero la corrupción está tan enraizada que el país ya huele a desechos humanos. Es, lamentablemente, un estercolero.
Y no podemos hablar de acabar con la corrupción y hacer planes de una sociedad incorruptible. Es imposible. Es ir contra la historia. Es ir contra la naturaleza misma de lo mexicano. No lo sé. Lo único que sé es que nos estamos suicidando como sociedad y como país. Nos estamos debatiendo en una gran letrina, como en una alberca rebosante de mierda.
Hace unos días la ministra en retiro de la Suprema Corte, Olga Sánchez Cordero, lo dijo claramente: Los jóvenes en México aspiran a convertirse en políticos para quedar impunes. La jurisconsulta lo declaró al finalizar la presentación del libro titulado Secreto Bancario y Defraudación Fiscal, coincidiendo con el autor Ambrosio Michel en que ésta es la realidad que vive México.
Le dijo también a un reportero de El Universal que tiene razón la escritora rusa, Ayn Rand, cuando segura que la sociedad mexicana está condenada, debido a que la “corrupción es recompensada y la honradez es un autosacrificio”. En el país es común que las autoridades cometan violaciones a los derechos humanos para armar “casos a modo”, lo que podría poner en riesgo los procedimientos iniciados. “Es común, porque a veces no tienen la capacitación ni siquiera para armar un expediente, ni saben cómo hacerlo, y menos aún cuáles son los procedimientos, y violan cualquier cantidad de temas en el debido proceso y en la garantía de audiencia”.
Para la ministra en retiro, en el supuesto de que estas irregularidades ocurran en los procedimientos iniciados contra ex gobernadores como Guillermo Padrés o Javier Duarte, se estaría en riesgo de que los mismos no tengan éxito. “Si los casos no están jurídicamente bien armados y no se ha seguido todo el procedimiento constitucional de respeto a los derechos humanos, estamos porque se puedan llegar a caer muchos de estos casos. Y de hecho se caen. A la profesora Elba Esther Gordillo, por ejemplo, recluida ya varios años en una cárcel, el Ministerio Público no le ha podido probar ninguna de las acusaciones, graves, que le hizo que presentó ante el poder judicial.
Y la corrupción sigue. Es una de las maneras de hacerse rico en un país rico y embarazado de pobreza. Y el MP (PGR) es tan inútil que tiene que ofrecer recompensas… Curiosamente, muchos grandes corruptos son del círculo de amigos de Los Pinos…
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