HISTORIAS EN EL METRO
EL ARTE DE LIGAR
Por Ricardo Burgos Orozco
Estaba a punto de subir al vagón cuando, sin sentirlo, se me emparejó un joven treintañero y antes de ubicarme en el espacio posible, y él a mi lado, ya
EL ARTE DE LIGAR
Por Ricardo Burgos Orozco
Estaba a punto de subir al vagón cuando, sin sentirlo, se me emparejó un joven treintañero y antes de ubicarme en el espacio posible, y él a mi lado, ya me estaba haciendo preguntas. Al principio me incomodo tener que atenderlo, pero no me quedaba otra. No se veía pelafustán. Vestía de manera sencilla, con un saco café de regular calidad, sin corbata, y un pantalón de otro color que no identifiqué. En la primera pregunta contesté en tono medio de enfado y cortante ¿Es usted licenciado? No ¿Contador? No. Y pensé: bueno, mejor voy a ser amable con este compañerito. Total, le sigo la corriente porque ni modo que a estas alturas del partido me quiera ligar Juan Camaney. No, yo también tengo mi dignidad y mi honra. Y siguieron las preguntas ¿Dónde Trabaja? En un edificio de seguros en Artículo 123 ¿Cómo le va con la venta, ya ve que los tiempos están muy difíciles? Bien, han bajado un poquito, pero ahí voy ¿Oiga, y cuánto sale ahorita comprar un seguro de vida? Habría que hacerle una cotización de acuerdo a su edad y su condición de salud ¿Y de coche? Depende del coche que tenga. Estaba a punto de llegar a mi destino. Cuando me despedía me dijo: oiga, me gustaría acompañarlo, quiero ver si me puede cotizar un seguro de vida. Miré -le contesté-- deme su número telefónico y le marco más tarde porque ahorita tengo una junta con mi jefe. Nunca lo he experimentado. Creo que fue amor a primera vista --por supuesto que de parte de él, no vayan a pensar--. Le vi la cara de tristeza cuando me tomó de la mano para despedirse. . Sentí bonito, la verdad. A lo mejor voy a ser su amor imposible. Y ni modo que le llame luego, yo no soy agente de seguros. De regreso me volví a subir al Metro. Iba no tan lleno como acostumbra, me coloqué en un pasillo y de pronto se para un tipo atrás, pegado y haciendo vaivenes ya saben cómo. Me volteó casi de inmediato, cuando descubrí que esos movimientos no eran con buena intención, y le dije con firmeza, molesto ¡¡Sólo eso me faltaba, cabrón!! Se retiro de inmediato y se colocó en otro lado Salí del Metro pensando: no cabe que hay muchas formas de ligar en el Metro.
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