MEGALOPOLIS
*BARTLET Y BUENDÍA
ADÁN JUÁREZ
A VER, AVER…Entre 1982 y 1988, Manuel Bartlet Díaz, era conocido como un duro secretario de Gobernación. Acataba indicaciones del entonces Presidente Miguel de la Madrid Hurtado.
*BARTLET Y BUENDÍA
ADÁN JUÁREZ
A VER, AVER…Entre 1982 y 1988, Manuel Bartlet Díaz, era conocido como un duro secretario de Gobernación. Acataba indicaciones del entonces Presidente Miguel de la Madrid Hurtado.
En esas fechas, me desempeñaba como jefe de Redacción y columnista de temas financieros y políticos en El Heraldo de México, cuyo dueño era Gabriel Alarcón Chargoy.
Por razones de la actividad periodística tuve una buena relación con el entonces Presidente de la República, y su equipo, a quien conocí desde que fue secretario de Programación y Presupuesto.
Esa relación profesional me permitió tener acceso a diversas fuentes de información… sin brincarme las trancas.
En dos ocasiones me suspendieron del periódico, una por 20 días y otra por 30. La tercera, me iría de “vacaciones”… al extranjero. ¿Por qué?
Resulta que Manuel Bartlet, según me dijeron, no quería comentarios en columnas a favor de la democracia, ni tampoco críticas puntillosas al gobierno de entonces. Y en mis escritos supuestamente había tocado fibras sensibles del “sistema”.
Bartlet, en efecto, hacía su tarea de mano dura. Y varios compañeros de la tecla sintieron los “latigazos”. Fue, ciertamente, un funcionario autoritario, déspota y cargó con todos los negativos de “la caída del sistema” de 1988.
Empero es de justicia señalar que en el asesinato del periodista Buendía, Manuel Bartlet Díaz nada tuvo que ver, ni por acción u omisión, según testimonio de Zorrilla Pérez.
La tarde del 30 de mayo de 1984, minutos después del asesinato del periodista Buendía, sobre la avenida Insurgentes casi esquina Reforma cuando se dirigía al estacionamiento, recibió José Antonio una llamada telefónica de uno de los ayudantes del periodista.
Zorrilla Pérez ordenó a Juan Rafael Moro Avila, trasladarse de inmediato en su motociclista al lugar de los hechos.
Moro, quien era un hábil motociclista llegó en menos de diez minutos a donde yacía el cuerpo ensangrentado, quien había sufrido cinco impactos de bala en la espalda por un sujeto fornido de pelo corto estilo militar que huyó en otra motocicleta con rumbo desconocido.
Buendía Tellezgirón, quien portaba pistola y charola de la Dirección Federal de Seguridad y que, entre otras cosas, el gobierno federal le pagaba las rentas, teléfonos y ayudantes de su oficina, mantenía una estrecha relación con Zorrila Pérez y Bartlet Díaz, mismos que alimentaban con datos duros sus columnas… pero se soltó las trancas.
Bartlet, quien fue tomado por sorpresa, según Zorrilla, al confirmarse la muerte del periodista fue trasladado en avión del Estado Mayor Presidencial a Guadalajara, a fin de deslindarlo de los acontecimientos.
Mientras tanto, el Presidente Miguel de la Madrid se encontraba en una gira de trabajo en Mérida, Yucatán, lugar al que acudí como invitado especial y observé los momentos de gran tensión cuando se conoció la noticia.
Tras las primeras pesquisas, se supo que fueron cuatro personas de corte militar los que participaron en el asesinato. Un sujeto, el que accionó el arma, otro lo esperaba a prudente distancia en una motocicleta que huyó en sentido contrario, y otros dos individuos acompañaron abriendo el paso.
Los datos sobre tales sujetos de corte militar se desviaron, culparon a otros que, tal vez, eran delincuentes pero nada que ver con el tema que nos ocupa.
Pero los reflectores cayeron principalmente sobre Juan Rafael Moro Avila, sobrino del ex presidente Manuel Avila Camacho y nieto de Maximino Avila Camacho, quien en efecto se trasladaba en motocicleta pero llegó después de perpetuarse el crimen.
Zorrilla Pérez, en su momento señaló como el autor intelectual al General y secretario de la Defensa Nacional, Juan Arévalo Gardoqui, previo conocimiento del Jefe del Ejecutivo. Al parecer sabían que el periodista estaba tocando “fibras sensibles” y por lo tanto era necesario mandar un duro mensaje a propios y extraños.
José Antonio Zorrilla Pérez, fue detenido en 1989 por el entonces Procurador del DF, Ignacio Morales Lechuga, es decir cinco años después del asesinato, para calmar al gremio periodístico que exigían justicia al ya Presidente Carlos Salinas.
La detención, sin embargo fue de película. Fue “convencido” mediante un dialogo, sin orden de aprehensión, por Morales Lechuga. Y lo absurdo, a pesar de haber sido un delito del fuero común fue procesado por un juez federal.
Zorrilla Pérez, al ser puesto en libertad el 19 de febrero de 2009 creyó que había pasado la tormenta y escribió un pequeño libro que regaló a varios de sus amigos, donde cuenta detalles interesantes.
Pero alguna mano peluda se molestó y fue regresado a la cárcel el 13 de junio de 2009, porque supuestamente no entregó la carta aval moral, fotografías tamaño credencial, su carta compromiso de trabajo.
Y fue hasta el 10 de septiembre 2013, ya en el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando la Juez Belem Bolaños dio prisión domiciliaria debido a su mal estado de salud, con el mensaje: te ves más bonito con el pico cerrado.
También fueron liberados después de 18 años, Juan Rafael Moro Avila, quien tiene un negocio de motocicletas por el sur de la ciudad de México; Juventino Prado Hurtado, Raúl Pérez Carmona y Sofía Anaya.
Si bien, la maldición cayó sobre los arriba mencionados, Manuel Bartlet Díaz fue “blindado” por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
El político poblano fue beneficiado primero con la Secretaría de Educación Pública, después con la gubernatura de Puebla, más tarde con la Senaduría y hoy con la dirección General de la Comisión Federal de Electricidad. ¿Le construirán su monumento? Seguiremos informando. (unomasmega@gmail)
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